domingo, 4 de agosto de 2019

De discapacidades y otros "traumitas"


Si, soy discapacitada física, y tengo una tarjeta para demostrarlo. Es relativamente fácil, te hacen unos análisis, unas pruebas, y al final te dan un diagnóstico. Te etiquetan con varios nombres de enfermedades y váyase Vd. a su casa con su historial, sus medicamentos y con sus traumitas, oiga, que está Vd. de suerte por no tener cáncer o una enfermedad terminal. Y así se va una a su casa, con unas cuantas enfermedades autoinmunes de la mano, a digerir que se levantará cada día cansada como si hubiera estado cargando sacos de hormigón "toa" la noche, más rígida que un palo y con dolores ves a saber en que parte del cuerpo toca hoy. Que no podrá salir a la calle sin embadurnarse de crema ( con lo cual la carita está siempre mu brillante y terrrsa), que se acabó eso de comer Donuts de azúcar y Tigretón (mis guarradas favoritas), que la cocina debe estar limpia como un laboratorio y una como si fuera del FBI, controlando que ninguno de los suyos meta su cucharita en una de tus mermeladas, que no te imaginas en que podrías trabajar, porque no estás bien más de dos horas ni sentada ni de pie, que no gestionas bien el estrés ni trabajar con presión, porque eso se traduce en dolores, rigidez y agotamiento. Que tú eres tu peor enemiga, porque cuando estás mal, triste o angustiada, tu sistema inmune se vuelve loco y empieza a dispararte...
Pero aún así, es "relativamente" más fácil que alguien sienta cierta empatía con tu "discapacidad", aunque sé que no es sencillo empatizar con cosas invisibles.
Lo que realmente es difícil de aceptar,  es que emocionalmente, y siempre según las reglas en las que está basada nuestra sociedad, es que también existe la "discapacidad social", que es igual de frustrante y limita incluso más que la física. Me explico:

- No debería ser, pero es, la falta de habilidad social, el no sentirse cómodo en una reunión en la que hay mucha gente.
- No debería ser, pero es, el hecho de que tu forma de divertirte sea la opuesta a la de la mayoría de personas, que te guste la soledad y que disfrutes de ella.
- No debería ser juzgado, el hecho de tener "demasiada sensibilidad", de ser muy intenso con tus emociones, aunque estas sean hacia dentro, y que seas demasiado vulnerable a todo lo que te rodea
- No debería ser obligatorio ir a contra natura, y obligarse a uno mismo a fingir y adaptarte a algo que no te hace bien. Es absurdo comportarte como no eres, aún corriendo el riego de parecer lerdo o altivo en el mejor de los casos.

Es realmente difícil, aunque, en parte  gracias a mi enfermedad, me he dado cuenta de que no me he tratado bien durante mucho tiempo, he sido injusta conmigo. Ahora estoy aprendiendo a cuidarme, respetarme y quererme con todas mis particularidades. Me siento muy querida, aunque por poca gente, pero eso ya me basta.

Sería fantástico que no fuera una Utopía un mundo en el que todos nos adaptásemos a todos, nos parasemos a observar constructivamente las peculiaridades de los demás, descubriésemos nuevas perspectivas, nuevos matices, y no nos dejasemos llevar por la luz que más brilla. Al fin y al cabo, el fracaso es de todos, porque no hemos sido capaces de construir una sociedad inclusiva con todas y cada una de las singularidades que hay en ella.   En fin, supongo que hace mucho calor, y no veo el momento de poder salir a la fresca (mardito caló), pero a los que me leéis y me queréis, que no cunda el pánico, ya sabéis, soy razonablemente feliz, pero de vez en cuando me gusta desvariar por aquí un poco. Hasta he pensado en fundar un Club de Raritos Anónimos, el alegato de presentación sería algo así:


 "Hola, Me llamo Alicia y soy más rara que un perro verde. Maniática, obsesiva, tímida rozando lo enfermizo, pero  leal, honesta y bastante maja..."

Ay, mi Carmela